Gerard Piqué se está revelando como el gran comodín del Zaragoza. Educado como central exquisito en las categorías inferiores del Barcelona, el Manchester United, se lo arrebató al club blaugrana con una oferta deportiva que ni un culé de cuna como él podía rechazar. Tras endurecerse en el barro inglés, se puso esta campaña bajo las órdenes de Víctor Fernández que le ha utilizado como central, lateral y medio defensivo. El domingo, tuvo que retirarse del campo por un golpe, pero ayer aseguraba tras entrenarse que “cuando se juega en el Camp Nou no hay dolor que valga. Nada me impedirá ir a Barcelona. Para mí es un partido especial”.
Y es que sería difícil encontrar en las plantillas de Primera un jugador más culé que Piqué, quien replica que “ahora soy del Zaragoza y el Barça ha pasado a ser mi segundo equipo. Me debo al Zaragoza, pero no puedo negar que para mí, jugar en el Camp Nou es especial. Es el equipo de mi vida y donde empecé jugar a fútbol”.
Entre los seguidores del fútbol base blaugrana aún se busca un equipo mejor que ese en el que se alineaban juntos Cesc Fàbregas, Gerard Piqué y Leo Messi. Un equipo que no perdió ni un partido en toda la temporada.
Su fútbol estratosférico no pasó inadvertido a nadie y el Arsenal se llevó a Cesc y el Manchester United a Piqué, quien ese día entendió lo que era ser futbolista profesional. Tuvo que elegir entre la oportunidad de su vida que le ofrecía un tal Alex Ferguson y la incerteza de un Barça en transición a no se sabe dónde. Eligió la primera opción, porque alguien le aconsejó que a lo mejor irse lejos y tomar distancia era el mejor camino para poder regresar al club de su vida.
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